El Templete, homenaje a la fundación de La Habana
El Templete es un pequeño templo que se encuentra al lado del Castillo de la Real Fuerza, en la Plaza de Armas. Su ejecución se debe al ingeniero coronel Antonio María de la Torre bajo los asuspicios del capitán general Francisco D. Vives y el apoyo del obispo Espada. El monumento está rodeado de un pequeño jardín. Adopta la forma de un singular templo dórico. El Templete mide doce varas de frente y ocho y media por los dos costados así como 11 de alto.
La portada de hierro del Templete pesa dos mil libras, el peso de un automóvil, gira sobre ejes de bronce, coronándose con un escudo de cinco pies de altura. En la orla de este escudo puede leerse la siguiente frase: "La siempre fidelísima ciudad de La Habana".
En este lugar se celebró la primera misa y el primer cabildo cuando se fundó la Ciudad de La Habana, en 1519 y El Templete es, como decir, el lugar oficial de fundación de la ciudad. Sin embargo el templo fue construido mucho después. Es la primera obra de estilo neoclásico que se haya edificado en La Habana, compuesta por un pórtico que sostiene un friso decorado y frontón. Fue inaugurado en 1828, 300 años después de la fundación de la ciudad, en honor de la misma, contiene en su interior dos lienzos que representan esta primera misa y este primer cabildo de La Habana, también hay un lienzo central - pintado con posterioridad - que escenifica el acto de bendición del lugar y de la misa, pintado por el artista francés Jean-Baptiste Vermay (cuyo restos reposan en ese mismo templo).
Fuera del templo aparece una antigua columna llamada columna del Cagigal, siendo este el apellido del gobernador Francisco Cajigal de la Vega, quien mandó a construirla en 1754. Esta columna sostiene la Virgen Nuestra Señora del Pilar, patrona de los navegantes españoles.
En el interior del recinto se encuentra también un busto de mármol del Adelantado Don Hernando de Soto, primer gobernador de la villa de La Habana. Dentro de los límites del Templete se encuentra también un busto de mármol de Cristóbal Colón, descubridor de Cuba. Y finalmente en ese mismo recinto hay un árbol, una ceiba, único elemento vivo que forma parte del monumento. La historia cuenta que la primera ceiba del Templete fue arrancada por un huracán. La segunda se secó y actualmente está un tercer ejemplar. Dicha planta tiene una importancia simbólica en la historia del monumento, porque, el Templete acoge una de las más hermosas tradiciones de la Isla, cuando miles de personas acuden al lugar cada 15 de noviembre, víspera de la fundación de la Villa, para dar vueltas a la ceiba, lanzar una moneda y pedir bienaventuranza y fortuna.
El Templete es uno de los símbolos de la ciudad, no sólo porque es el único monumento que comprende un elemento vivo, la ceiba, o porque está relacionado con una de las más importantes tradiciones cubanas, sino también porque es un testimonio único arquitectónico, la primera obra neoclásica de la ciudad y es también reliquia del nacimiento de La Habana.
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